Desde finales de 2008 nuestro país esta sumergido en una gran crisis económica sin precedentes. Una crisis global e internacional que ha sido comparada con el la Gran Depresión de 1929. Una crisis que azota España con mayor fuerza ante la debilidad de nuestro modelo de crecimiento económico, basado hasta ahora en el ladrillo. Tras unos meses inmersos en esta gran crisis podemos decir alto y claro que el sistema capitalista se a derrumbado. El modelo neo-conservador a fracasado, y ello debe suponer una respuesta contundente desde la izquierda para lograr la creación de un nuevo modelo más justo y más sostenible.
En primer lugar debemos ampliar la presión fiscal progresiva. Esta medida se hace más necesaria que nunca para poder aumentar el gasto público, realizar más inversión pública y mejorar el Estado de Bienestar, especialmente la Sanidad, la Educación y la Dependencia. No podemos caer en la trampa de la derecha que pide que se priorice el reducir el déficit público al gasto social. Ya reduciremos el déficit cuando vengan tiempos mejores, ahora debemos centrarnos en proteger a las familias, especialmente las más desfavorecidas. Es hora de redistribuir las excesivamente polarizadas rentas que existen en un país que es de los que presentan todavía una de las mayores desigualdades de Europa.
Estoy de acuerdo con que el Gobierno presidido por Zapatero suba los impuestos, pero discrepo tremendamente de sus actuaciones, tanto en las formas como en el fondo. En primer lugar la reforma fiscal impulsada por ZP no puede tener un enfoque tan instrumental como el mismo promulga, no debe de estar destinada a cubrir gastos, que es la justificación que da el Ejecutivo Central para defender la subida de impuestos. Si se realizan ajustes en política fiscal, estos se deben dar por principios de quienes los realizan, porque las medidas fiscales son las mas efectivas a la hora de redistribuir la riqueza. España con una presión fiscal del 41% respecto al PIB sigue estando por debajo de la media de la Unión Europea y muy por debajo de los países nórdicos como es el caso de Suecia (56%), Dinamarca (55%) o Finlandia (53%), cunas del Bienestar Social. En segundo lugar, porque debemos priorizar una política fiscal basada en los impuestos directos, ya que estos gravan a los ciudadanos con arreglo a sus niveles de renta. Entre otras medidas a tomar están el elevar la presión fiscal a los tramos de renta más altos, reconvertir el Impuesto de Sociedades y hacerlo también progresivo. Debemos recuperar el Impuesto sobre el Patrimonio eliminado en 2008 para recuperar los 1.800 euros millones de euros/año a las arcas del Estado y los 70 millones de euros anuales a la Hacienda Foral. Desde la izquierda exigimos una profunda reforma de las Sociedades de Inversión de Capital Variable, conocidas como SICAV. Una SICAV es una Sociedad Anónima cuyo objeto es la inversión sobre activos financieros pero que son utilizadas por las grandes fortunas como un instrumento de ahorro ya que gozan de importantes ventajas fiscales (tributan al 1% sobre sus plusvalías en lugar de hacerlo al 30% al tratarse de una Sociedad Anónima o al 18% que pagan las familias y los trabajadores al tratarse de una renta de capital).
Consecuentemente con lo anterior expuesto, quiero mostrar mi rechazo a la subida de los impuestos indirectos ya que se trata de una medida insolidaria e injusta puesto que perjudica a las familias de las rentas más bajas y responde a los postulados de las políticas económicas propias de partidos de derechas que no debemos asumir ni imitar. Quiero hacer constar mi oposición rotunda a la subida del IVA.
En conclusión ante la aprobación de la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2010, quiero manifestar mi sabor agridulce con el resultado. Todo mi apoyo al incremento de los impuestos que gravan las rentas de capital, las cuales se elevan, según los casos al 18 y 21% de las plusvalías obtenidas. Sin embargo me siente decepcionado porque en dicho Proyecto de Ley no se haya acometido la necesaria reforma tributaria de las Sociedades de Inversión de Capital Variable, SICAVs. Rechazo, como he dicho anteriormente, la subida del IVA prevista para el 1 de julio de 2010. Por último, en cuanto a política fiscal se refiere, creo que existe una necesidad inaplazable de acometer una reforma fiscal en profundidad sobre las bases que he expuesto en estas líneas.
Tras haber centrado el presente artículo entorno a la política fiscal, no quería dejar pasar la oportunidad de comentar sobre el modelo de crecimiento económico de nuestro país. España se ha instalado en la últimos 15 años en el beneficio rápido generado por el turismo y la construcción. Los inversionistas de estos sectores han improvisado en lugar de planificar a corto, medio y largo plazo. Tenemos la oportunidad, y no debemos desaprovecharla, de cambiar el patrón de crecimiento a través del Proyecto de Ley de Economía Sostenible. En primer lugar debemos abrir un debate claro sobre la necesidad de una Banca Pública para reforzar el sistema financiero y hacerlo más justo. Se debe sustituir las políticas del ladrillo por aquellas encaminadas al desarrollo tecnológico y a la investigación. Tenemos la obligación de cuidar nuestro medio ambiente, fomentando las energías renovables frente a las tradicionales que tanto contaminan y tanto daño hacen a nuestro planeta, también el de nuestros hijos y nietos. Se debe hacer una apuesta incondicional a la implantación del coche eléctrico. Para terminar este resumen sobre las bases que deben regir el nuevo modelo de crecimiento económico quiero volver a la fiscalidad relacionada con la economía sostenible. Creo que es hora de impulsar, a través de esta nueva ley, una fiscalidad verde, la creación de un impuesto ecológico de carácter finalista que mediante el cual gravar los hidrocarburos o las emisiones de CO2. Estos impuestos se podrían recaudar no solo a través del correspondiente recargo sobre determinadas tasas de contaminación, también se podría y debería incluirse en los impresos de la Declaración del IRPF al igual que las casillas asignadas a destinar un porcentaje de nuestros impuestos a fines sociales.
Como dijo el escritor y político francés Montesquieu ya en el siglo XVIII Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa.
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